Autor: P. Gabriele Amorth
No es una religión, no es una creencia, ni una secta, pero aquí quiero decir brevemente lo mío también sobre una “práctica” muy difundida hoy en Occidente: la fiesta de Halloween. Me dicen que también en Italia hay familias que la celebran. Me parece que se equivocan. No quiero ser considerado un loco, pero para mí están equivocados. Pienso que la sociedad italiana está perdiendo el sentido de la vida, el uso de la razón y está cada vez más enferma. Celebrar Halloween parece también rendir una alabanza al diablo, a quien, si se lo adora, incluso por una sola noche, piensa en jactarse de los derechos sobre la persona. Entonces no nos sorprendamos si el mundo parece irse a pique y si los estudios de psicólogos y psiquiatras están repletos de niños insomnes, vandálicos, agitados, y de chicos obsesionados y deprimidos, suicidas potenciales.
Por supuesto, no quiero asustar a nadie, ni decir que celebrar Halloween lleva automáticamente a estas consecuencias. Pero sólo quiero poner en guardia contra lo que no es bueno. Los enmascaramientos macabros, las invocaciones aparentemente inofensivas que se hacen durante la fiesta de Halloween no son más que un tributo al príncipe de este mundo: el diablo. Me disgusta muchísimo que Italia, al igual que el resto de Europa, esté alejándose de Jesús, el Señor. La fiesta de Halloween es una especie de sesión de espiritismo presentada en la forma de un juego.
La astucia del demonio está precisamente aquí. Si nos fijamos bien, todo se presenta bajo una forma lúdica e inocente. Tampoco el pecado ya no es pecado en el mundo de hoy. Pero todo está camuflado bajo la forma de exigencia, libertad o placer personal. El hombre se ha convertido en el dios de sí mismo, exactamente lo que quiere el demonio.
Fuente: Padre Gabriele Amorth, Il Diavolo. Una inchiesta contemporanea. I nuovi casi dell’ultimo esorcista, Ediciones Piemme, Milán 2014, pp. 89-90.
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