«La sinodalidad no es un proceso meramente humano o democrático, sino un camino espiritual dirigido por el Espíritu Santo. Es el Espíritu quien crea la armonía en la diversidad de dones y carismas dentro de la Iglesia. La sinodalidad requiere humildad y valentía: humildad para escuchar y reconocer que podemos aprender de los demás, y valentía para hablar con honestidad». (S.S. Francisco)

¿Qué nos dice el Papa Francisco sobre la Sinodalidad?
El Papa Francisco ha puesto un énfasis significativo en la sinodalidad como un elemento constitutivo y esencial de la Iglesia en el siglo XXI. Para él, la sinodalidad no es una moda pasajera, un eslogan, ni un mero ejercicio estratégico o empresarial, sino que expresa la naturaleza misma de la Iglesia, su forma, su estilo y su misión.
A continuación, se resumen los puntos clave de sus enseñanzas sobre la sinodalidad:
- «Caminar Juntos»:
La palabra «sínodo» significa etimológicamente «caminar juntos» (del griego syn – juntos, y hodos – camino). El Papa Francisco insiste en que esto implica que laicos, pastores y el Obispo de Roma caminen juntos, escuchándose mutuamente.
Es un proceso de acompañamiento y discernimiento, donde todos los miembros del Pueblo de Dios están llamados a participar activamente.
- Una Iglesia de la Escucha:
La sinodalidad implica una escucha recíproca, donde «todos tienen derecho a ser escuchados, así como todos tienen derecho a hablar».
Se trata de escuchar más que oír, abriendo el corazón para aprender unos de otros.
Fundamentalmente, es una escucha del Espíritu Santo, que es el «gran protagonista» de la Iglesia y quien guía este camino. El Papa lo compara con lo que dice el libro del Apocalipsis: «El que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Ap 2,7).
- El Espíritu Santo como Protagonista:
El Papa Francisco recalca que la sinodalidad no es un proceso meramente humano o democrático, sino un camino espiritual dirigido por el Espíritu Santo.
Es el Espíritu quien crea la armonía en la diversidad de dones y carismas dentro de la Iglesia.
La sinodalidad requiere humildad y valentía: humildad para escuchar y reconocer que podemos aprender de los demás, y valentía para hablar con honestidad.
- Superar las tentaciones:
El Papa ha advertido sobre varias tentaciones que pueden obstaculizar el camino sinodal:
La tentación de querer guiarse a sí mismo en lugar de ser guiado por Dios.
La tentación del inmovilismo, de aferrarse al «siempre se ha hecho así» y no abrirse a soluciones nuevas para problemas nuevos.
La tentación del conflicto y la división, en lugar de buscar la unidad.
La autosuficiencia, que impide aprender de los demás y caminar juntos.
- Sinodalidad y Misión:
La sinodalidad no es un fin en sí misma, sino que apunta a la misión evangelizadora de la Iglesia. Es decir, una Iglesia sinodal es una Iglesia más misionera.
La participación de todos es un compromiso eclesial irrenunciable para esta misión.
- No es un debate para convencer, sino un discernimiento:
El proceso sinodal no busca entablar un debate para que unos convenzan a otros, sino un discernimiento comunitario a la luz del Espíritu Santo. Se trata de buscar juntos la voluntad de Dios.
- Proceso en etapas:
El Sínodo sobre la Sinodalidad (2021-2024) ha sido un ejemplo concreto de cómo el Papa ha impulsado este «caminar juntos», con fases diocesanas, continentales y una Asamblea sinodal en Roma, que busca implicar a todo el Pueblo de Dios en la reflexión y el discernimiento. El documento final de este Sínodo, según el Papa, forma parte del magisterio ordinario (Cuando el Papa Francisco afirma que el documento final del Sínodo de la Sinodalidad forma parte del Magisterio Ordinario, significa que el documento posee una autoridad magisterial auténtica y vinculante para los católicos, aunque no se trate de una declaración infalible en el sentido de un dogma nuevo).
En resumen, para el Papa Francisco, la sinodalidad es la forma en que la Iglesia está llamada a vivir y actuar en el mundo de hoy: como un pueblo de Dios que escucha, dialoga, discierne y camina junto, bajo la guía del Espíritu Santo, para cumplir su misión evangelizadora.
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